Archivos para noviembre 13, 2012

 

 

Begich y Manning cuentan en su libro que los poderes militares de Estados Unidos engañan intencionadamente al público mediante sofisticados juegos de palabras y una desinformación exagerada.

El Proyecto HAARP ha sido presentado a la opinión pública como un programa de investigación científica y académica. Los documentos militares estadounidenses parecen sugerir, sin embargo, que el objetivo principal de HAARP es «explotar la ionosfera para propósitos del Departamento de Defensa.» Sin referirse explícitamente al programa HAARP, un estudio de la Fuerza Aérea de los EE.UU. menciona el uso de «modificaciones ionosféricas inducidas» como un medio de alterar los modelos climáticos así como trastornar las comunicaciones y el radar del enemigo.

De acuerdo con la Dra. Rosalie Bertell, HAARP forma parte de un sistema integrado de armamentos, que tiene consecuencias ecológicas potencialmente devastadoras.

«Se relaciona con cincuenta años de programas intensos y crecientemente destructivos para comprender y controlar la atmósfera superior. Sería precipitado no asociar HAARP con la construcción del laboratorio espacial que está siendo planeado separadamente por los Estados Unidos. HAARP es parte integral de una larga historia de investigación y desarrollo espacial de naturaleza militar deliberada. Las implicaciones militares de la combinación de estos proyectos son alarmantes… La capacidad de la combinación HAARP/Spacelab/cohete espacial de producir cantidades muy grandes de energía, comparable a una bomba atómica, en cualquier parte de la tierra por medio de haces de láser y partículas, es aterradora. El proyecto será probablemente «vendido» al público como un escudo espacial contra la entrada de armas al territorio nacional o, para los más ingenuos, como un sistema para reparar la capa de ozono».

Fuera de la manipulación climática, HAARP tiene una serie de otros usos relacionados: «HAARP podría contribuir a cambiar el clima bombardeando intensivamente la atmósfera con rayos de alta frecuencia. Convirtiendo las ondas de baja frecuencia en alta intensidad podría también afectar a los cerebros humanos, y no se puede excluir que tenga efectos tectónicos».

En forma más general, HAARP tiene la capacidad de modificar el campo electromagnético de la tierra. Es parte de un arsenal de «armas electrónicas» que los investigadores militares de los EE.UU. consideran una «guerra más suave y bondadosa».

Según la versión oficial, las posibilidades del sistema HAARP son muchas. Por ejemplo, dotar a los militares de una herramienta capaz de sustituir el efecto del impulso electromagnético de las bombas nucleares explosionadas en la atmósfera. Asimismo, contribuiría a remplazar el sistema de comunicaciones con submarinos de muy baja frecuencia por una tecnología más eficaz, a crear un nuevo sistema de radar «mas allá del horizonte», o a eliminar las comunicaciones en un área muy extensa sin afectar a las de los propios interesados. El HAARP sería también (siempre según la versión oficial) una herramienta eficaz de disuasión que obligaría a revisar buena parte de los acuerdos de paz y no-proliferación de armas nucleares, así como un medio ideal para la prospección de yacimientos de petróleo, gas natural y minerales.

Y, entre otras cosas, supondría también un instrumento válido para detectar posibles ataques de aviones o misiles en vuelo bajo (lo cual resulta aún difícil con los radares convencionales).

Desde luego, estas utilidades parecen interesantes sobre la base de políticas de defensa nacional que, además, resultarían muy baratas. Sin embargo, el proyecto tiene «otra cara» muy peligrosa, y es precisamente ésta la que Begich y Mannning describen en su libro con el fin de darla a conocer a la opinión pública para que ésta reaccione en contra de la puesta en marcha del proyecto HAARP.

  Peligro inminente

Parece ser que son doce las patentes que forman la médula espinal del proyecto HAARP. Una de ellas, la número 4.686.605, del físico texano Bernard Eastlund, que hace referencia a un «método y un equipo para cambiar una región de la atmósfera, ionosfera y/o magnetósfera», estuvo clasificada por orden expresa del gobierno durante todo un año. En realidad, el calentador ionosférico de Eastlund es diferente a otros conocidos hasta la fecha: la radiación de radiofrecuencias (RF) se concentra y enfoca en un punto de la ionosfera, consiguiendo proyectar una cantidad de energía sin precedentes, que puede alcanzar hasta los 10 gigavatios. La enorme diferencia de potencial generada (dicen Begich y Manning) podría cambiar e incluso desplazar la ionósfera, provocando un caos total en las comunicaciones de la tierra, tanto terrestres como marítimas. Así como destruir misiles o aviones, cambiar las condiciones atmosféricas al modificar la absorción de los rayos solares y aumentar las concentraciones de ozono, nitrógeno e incluso afectar negativamente al cerebro.

Sin embargo, éstas no son las implicaciones más peligrosas del HAARP. Hay otras muchas mas graves todavía.

En este sentido, Beguich afirma que, con relación al proyecto, existe un informe sobre el desarrollo de un sistema capaz de manipular y trastornar los procesos mentales humanos mediante la radiación pulsada de frecuencias de radio sobre extensas zonas geográficas. El material más completo sobre esta tecnología se encuentra en los escritos de Zbigniew Brzezinski, ex Consejero de Seguridad Nacional con el presidente Carter y con J.F. Mac Donald, consejero científico del presidente Johnson. En ellos se informa sobre el uso de los transmisores de energía para la guerra física y medio-ambiental, y sobre como pueden afectar negativamente a la salud y el pensamiento humano. Otro de los documentos descubiertos por Beguich pertenece a la Cruz Roja Internacional, y en él, este organismo advierte de los efectos perniciosos de la energía radiada. Incluso deja constancia de las bandas de frecuencia que generan estos efectos, que (¿casualmente?) ¡…se corresponde con las gamas que puede transmitir el HAARP…!

¿Un programa de control social?

En 1970 Zbigniew Brzezinski avisaba sobre la aparición de una sociedad controlada por la tecnología y dirigida por una elite capaz de influir en los votantes gracias a la superioridad de sus conocimientos científicos.

 

En su libro, Beguich retoma esta idea cuando asegura que, sin los obstáculos presentados por los valores liberales tradicionales, ésta no dudaría en utilizar incluso técnicas capaces de influir en el comportamiento de la gente para afianzar su poder. Pues bien, para algunos este futuro «orwelliano» podría estar acercándose (si es que no está aquí ya) peligrosamente.

De acuerdo con un documento donde se explican las posibles aplicaciones de los campos electromagnéticos artificiales en situaciones cuasi-militares, Begich asegura que este tipo de técnicas de control, al igual que los sistemas de seguridad de las bases militares o los métodos anti-persona utilizados en las guerras tácticas, entrarían dentro del amplio radio de acción del Proyecto HAARP. Es mas, según él, los sistemas electromagnéticos podrían ser empleados incluso para provocar trastornos fisiológicos de importancia moderada o grave, tales como distorsiones perceptibles y/o desorientación, y hasta para estimular las capacidades paranormales de determinados individuos.

Al parecer, el documento citado explica también otra «ventaja» de estas técnicas tan silenciosas como difíciles de neutralizar: su extensa cobertura mediante un solo sistema. Finalmente, Begich se pregunta si este impactante documento hace referencia a un proyecto ya en marcha y reviewúa la posibilidad de que se trate del HAARP, puesto que es el transmisor de frecuencias de radio más potente del mundo.

Y otro dato muy significativo. Resulta que, según el gobierno de Estados Unidos, uno de los usos del HAARP es su capacidad para localizar yacimientos minerales, silos subterráneos de misiles y túneles, una faceta del proyecto a la que en 1996 el Senado destinó nada menos que 15 millones de dólares. La cuestión es que la frecuencia necesaria para que las radiaciones penetren en la Tierra queda dentro de la banda más asociada con los trastornos de las funciones mentales humanas y, paralelamente, también puede tener efectos negativos sobre las rutas de migración de aves y peces, que siguen sus trayectos dependiendo de campos de energía hasta ahora no alterados.

La manipulación del clima

Por si fuera poco, a la posible manipulación de las mentes humanas y las modificaciones en la ionosfera habría que sumar nuevos efectos negativos. El propio creador del calentador ionosférico del proyecto HAARP, Bernard Eastlund, asegura que su invento podría, también, controlar el clima. Una afirmación que ha llevado a Begich a concluir que si el HAARP operase al cien por cien podría crear anomalías climatológicas sobre ambos hemisferios terrestres, siguiendo la teoría de la resonancia tan empleada por el genial Nikola Tesla en sus inventos. Un cambio climatológico en un hemisferio desencadenaría otro cambio en el otro hemisferio. Una posibilidad que no se debe descartar, sobre todo a tenor de las opiniones de científicos de le Universidad de Stanford, que aseguran que el clima mundial podría ser controlado mediante la transmisión de señales de radio relativamente pequeñas, a los cinturones de Van Allen. Por resonancia, pequeñas señales activadoras pueden controlar energías enormes.

En este libro Begich se pregunta si estos conocimientos van a ser empleados con fines bélicos o pacíficos, pues, según explica, hay precedentes de lo segundo precisamente durante la Guerra de Vietnam. Así, dice, el Departamento de Defensa estadounidense habría llegado a manipular relámpagos y huracanes a través de dos proyectos: el Skyfire (fuego del cielo) y el Stormfury (furia de la tormenta) en los que también se habría estado trabajando para producir efectos a gran escala a partir de pequeñas fuentes activadoras.

Y, en efecto, es mas que posible que las afirmaciones de Begich no sean tan descabelladas como pudiera parecer al principio. No en vano, unos años antes, en 1958, el capitán T. Orville (consejero principal de la Casa Blanca y encargado de los estudios sobre cambio climático) admitió que el Departamento de Defensa estaba investigando «métodos para manipular las cargas de la Tierra y el cielo con la intención de producir cambios en el clima» por medio de un haz electrónico que ionizaría o desionizaría la atmósfera sobre una zona determinada.

Después, en 1966, el profesor Gordon Mac Donald (miembro del comité científico del presidente) realizaría un comentario preocupante: «la clave de la guerra geofísica está en identificar la inestabilidad ambiental que, sumada a una pequeña cantidad de energía, liberaría cantidades ingentes de la misma «. Y en su libro futurista «A menos que la paz llegue» Mac Donald incluiría un capítulo titulado «Como destrozar el medio ambiente», en el que describe los usos de la manipulación climática, modificación del clima, desestabilización o derretimiento de los casquetes polares, técnicas para reducir el ozono, ingeniería de terremotos, control de las olas oceánicas y manipulación de las ondas cerebrales desde campos energéticos terrestres. Decía que este tipo de arma iba a ser desarrollada y una vez puesta en marcha, sería prácticamente imposible de ser detectada por sus víctimas. ¿Se estaría refiriendo ya al Proyecto HAARP?.