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GOTICOS

Publicado: noviembre 27, 2012 en mis experiencias
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Mi amiga la gótica se ajustaba su corpiño negro con lazos de satín azabache, mientras se miraba al espejo traído del baratillo inglés a módico precio. Las velas negras de los candelabros que adornaban su mueble tocador estaban apagadas pero dejaban caer la lágrima de cera de algunas horas de vela en ciertas noches. Mi amiga la gótica tenía 33 años y llevaba de luto permanente desde que nueve años antes se fue a Londres a completar sus estudios sobre el gótico tanto en el arte, música como costumbre y cualquier manifestación ornamental. Mi amiga la gótica se pegó a mi en un aeropuerto cuando ambas veníamos de un festival de grupos góticos tan dados a organizarse en el norte de Europa durante el verano.

 

Y casualmente en mi maletín venía una copia de la foto de las hijas del presidente, esas niñas que se han convertido en el centro de críticas, burlas y mal gusto que ha desbordado todo tipo de prensa desde hace algunas semanas. Y cuando vio la foto se sonrió porque ella nunca ríe del todo. Y siguió con su quehacer de empolvarse la nariz con talco con borla como hacía mi abuela en el siglo pasado. Mi amiga la gótica tenía las uñas pintadas de negro, brillante y mortecino a la vez. Sus vestidos ajustados, propio del movimiento a que pertenecía y los corpiños ceñidos al máximo destacaban su cuerpo bien formado a fuerza más de pensar que de ejercicios. Los góticos cultivan más el espíritu que el cuerpo; los adornos de plata vibran con el movimiento de sus manos, pulseras y anillos a granel engalanan sus largos brazos y manos. Mi amiga la gótica me mira y vuelve a sonreír … y la hilera de dienten blancos sobresale en el negro de su carmín labial. Mi amiga la gótica es una culta total. Los crucifijos se dejan caer por sus orejas y de las cadenas que forman un perfecto collar, sobresale entre ellos un rosario de perlas negras con un Cristo salido de la mano de Dalí. Nada debo temer pues, solo en caso de que no hubiese adornos de crucifijos o las cruces estuviesen al revés sería motivo de alejarse de allí lo más rápido posible: estábamos entrando en el satanismo.

Y se acerca como una serpiente hasta mi maletín y mira la foto con cierto desdén. «Que sabrán, dice con media voz, porque ella siempre habla a media voz, como si la vida se fuese en ello. Una niña de 12 años y otra de 16 es imposible que sean góticas de conocimientos, sino más bien de chorrada modelil con tanto vampiro reciclado, comenta. Nunca puede haber una gótica con esos años, pues el mismo movimiento desde sus raíces se desenvuelve en un ambiente no apto para menores de edad o sea, 18 años. Nunca unas góticas pueden ir con vestidos anchos y con peinados que están más en la línea de moda ideada por el tonto de turno que come el coco por doquier y sobretodo si se ve que su madre le rula también el atuendo oscuro aunque en este caso más bien parece una estricta gobernanta de cualquier anuncio del diario o quizás con cierto aire de corriente oscura y ultraderechista».

«Son los sones de los nuevos vampiros que adornan carpetas y clases de niñas y casualmente ellos no visten de esa manera, pero mola ser o querer ser lo que realmente no se es».

Mi amiga la gótica se deja caer en el sillón con tapizado rojo y me mira con sus marcados ojos negros y pestañas postizas que le llegan hasta las cejas casi invisibles. Y vuelve a sonreír: qué país¡.

Mi amiga la gótica pone su tocadiscos antiguo, un aparato que parece sacado de una película de primeros de siglo XX, el grupo Cure hace honor a su estilo y están vigentes desde hace casi veinte años. Se la saben todas vamos…. y Tim Burton nos mira desde la pared donde Eduardo Manostijeras también nos mira detenidamente. Mi amiga la gótica fuma en larga boquilla quien sabe qué hierba aromática traída de sus viajes a Oriente. Más allá el monigote de Pesadilla antes de Navidad se deshace en guiños con sus cuencas vacías…. adornos en las paredes.

«Realmente me dice mi amiga la gótica, esas niñas más bien pertenecen a otro grupo nacido a raíz de la película japonesa, muertos vivientes en espera de ser redimidos por haber tenido una vida o una muerte sin razón ni perdón. Buscan que alguien encuentre al asesino para descansar en paz; visten vestidos negros a veces llenos de descosidos. Quizás sea esa la explicación de porqué papá ha permitido que sus niñas vistan de esa manera en representación de un país y en acto oficial de esa forma. Y curiosamente él es el único presidente que no lleva la bandera de su país en la solapa como los demás aunque venga del más perdido país que nos haga buscar en el mapa geográfico. Quizás la razón es precisamente la sin razón de quien no tiene ni conocimientos y estudios para llevar las riendas de un gobierno ni tampoco de una casa…..»

Sigue mi amiga la gótica: «Hay tanto padre ausente que es imposible que unas niñas sigan el camino que realmente les invita a vivir su propia vida…» y se pone su capa negra y baja conmigo hasta la calle donde ambas nos perdemos en busca de un bello ejemplar de esta bendita cultura que tanto ama el canto fúnebre… al fin y al cabo la muerte también es un arte pero para los entendidos no para los «modernos».

Nos perdemos por la esquina que nos lleva a un pequeño jardín donde los árboles parecen sacados de una película gótica… si Burton nos viera: una gótica y una mujer trabajadora que gusta de la música heavy. Mi amiga saca una pequeña caja de su bolso de tela de terciopelo negro y se acerca el dedo a la nariz con un polvo amarillento; pienso lo peor pero me dice: Es polvo de hueso ¿?.

Y mira a otro lado mientras continua con su doctorado en modas políticas, «que mal andamos cuando nadie sabe el rumbo que tomar, ni siquiera el rumbo que enseñar, nadie tiene formas, creencias firmes, ser bueno o malo porque se es así….»

Se vuelve de pronto y me dice. «Crees en Dios? si en Dios con mayúsculas». Me deja a contracorriente: Si creo en Dios con mayúsculas. Y también creo en el Demonio. Tienen que existir los dos caras para que sea cierta. Bien y mal, Dios y Demonio (las dos con mayúsculas).

«Y si existen los dos, las dos caras, como llamarías a los seguidores del Mal?».

Satánicos, contesto sin dudar.
Cómo suelen ir vestidos los satánicos?
Con túnicas negras según rito, carencia de cruces o cruces invertidas.. no sé.
«Ese es el tema», me dice.

Se levanta y comienza a andar, la sigo camino de nuevo a su casa, nos miramos a los ojos en la puerta de entrada.

«Se acerca el fin de los tiempos, ya los tenemos en el poder»……

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